La manada no sigue al trueno,
se detiene y espera paciente que la tormenta pase.
Y preguntan quién murió ayer?
La presa que no dejó epitafio,
la trémula y pequeña criatura que solo soñó
abrir una grieta en el cielo y escapar ,
volar más alto.
Ese era su único deseo.
Su cuerpo no será enterrado,
el fuego danzará dramáticamente
alrededor del osario.
Que perversa sensación
morir y sentirse ahogado,
qué sucederá luego cuando de pronto
se haya borrado
toda huella de su existencia
y ella sin saber ,la espera llorando.
El cielo anuncia una tregua
entre el deseo y el amor quemado.
Que tibieza hay en esas palabras
MORIR SIN DEJAR EPITAFIOS.
