Un mar de olas que no rompen
una orilla que no deja tocarse
una mejilla dispuesta a otro golpe
Y este andar recorriendo
continentes, tu cuerpo, el ajeno
buscando tu huella indeleble.
Tantos manotazos arrojados al vacío
llenando de aire los pensamientos,
desordenando orgasmos
reclamando cantos, plumas y aparejos
La gente no entiende que escaparse
del dolor, duele.
Nos marchitamos, nos enviciamos
cerramos los ojos y soñamos
cansados de preámbulos y peleas
de apasionarnos a la distancia
y olvidarnos luego
el por qué del amor deseado.
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